Por primera vez hay que reconocer que CAROD ROVIRA tiene razón cuando afirma que España ha quedado reducida al mero concepto futbolístico. Toda la razón.
España no ha ganado absolutamente nada; probablemente el invento futbolero implique al contribuyente desembolsar a través de la Real Federación Española de Futbol una enorme cantidad de dinero; se habla de 600.000 euros por jugador por el hecho de haber ganado el mundial de futbol. O sea, 100 millones de pesetas por barba. Sin contar lo que costará, especialmente al contrbuyente madrileño, la celebración del evento. Policías locales haciendo horas extras, empleados del Samur, empleados de la limpieza, etc... que pasarán su correspondiente cargo, sin olvidar los costes añadidos que genera paralizar toda una ciudad, especialmente el centro de la misma.
España no ha ganado; el mismo fin de semana la selección española de tenis perdía en Francia contra la selección francesa y quedaba eliminada de la Copa Davis ¿Ha perdido, entonces, España?. Ha ganado la selección española de futbol; nada más. Lo demás es sacar las cosas de contexto y de quicio.
Posiblemente, más de 20 millones de personas siguieran en España por televisión la final. Otros 26 millones no pudieron o no quisieron saber nada del evento.
Hoy todos se sienten españoles; incluso los jóvenes a los que repugna servir a su Patria; pero son españoles. De pacotilla todo.
La borrachera de celebraciones envía a segundo plano la triste realidad de esto que se llama España (de la que queda simplemente el nombre y poco más). Hoy no queda espacio para recordar a los 5 millones de desempleados; hoy no queda espacio para recordar la crisis; hoy sólo queda espacio para los fastos.
Esta es la triste realidad de esta España que se asemeja cada día más al tercer mundo; esta es la triste realidad de una España adocenada, adormecida. La dormidera del futbol permite crear la ficción de que España va bien.
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